Si la meta de una formación es, en primer término, permitir a los participantes profundizar sus conocimientos sobre un tema particular, también representa un momento privilegiado de encuentro, intercambio, evolución. Permite a los que participan salir de su cotidiano, para luego volver, enriquecidos por esa experiencia inédita y única, tanto en el plano profesional como en el plano humano.
En el marco de Emaús, las sesiones de formación ofrecen la posibilidad a cada participante de renovar y profundizar su compromiso en el seno del Movimiento, al servicio de los que más sufren. Favorecen el contacto entre los miembros de la Región, a menudo difícil debido a las obligaciones de cada uno. Tejen lazos entre miembros de distintos grupos.
Esos lazos interpersonales tienen la vocación de ser extendidos a los grupos de los cuales provienen los que participan en la formación. Esa red de relaciones sobre el continente europeo debería poder convertirse en el zócalo sobre el cual reposara Emaús Europa.