Una vez más, la única respuesta que contemplan los poderes públicos frente a la situación en la región Calaisis, es la evacuación de un campo de refugiados, y su dispersión. Fingimos abordar las causas reales del problema; pero en realidad, atacando a las víctimas condenadas a dispersarse en el miedo, esta política no hace más que desplazarla y agravarla. Esta no es una “solución”.
A las ocho organizaciones que han enviado una carta abierta a Bernard Cazeneuve para pedirle suspender la evacuación programada de una gran parte de la “jungla” de Calais, el ministro del interior acaba de enviar una respuesta que es una negativa: él justifica su decisión a golpes de declaraciones encantadoras sobre el respeto de los derechos fundamentales de los migrantes y la legitimidad de políticas que no cambian desde hace años, a pesar de su fracaso evidente; y recuerda a las asociaciones su “colaboración” con el Estado como para implicarlas en la política que ellas cuestionan. En la misma línea, la prefectura de Pas-de-Calais acaba de publicar una orden por la que se ordena a los ocupantes de la zona sur de la barriada, conocida como “la Lande”, abandonar los lugares el martes 23 de febrero a más tardar.
Las topadoras no pueden ocupar el lugar de política. Esto evidentemente no implica dar cabida a una “jungla” cuyo nombre lo dice todo. Nadie sabría aceptar el mantenimiento en estas condiciones de la barriada de Calais, no más que las del campo de Grande-Synthe, ni de ningún otro. Nadie puede estar satisfecho de ver refugiados forzados a sobrevivir en tales lugares.
Desde hace años, no dejamos por otra parte de denunciar la indignidad de estas condiciones de vida, como lo ha hecho también Jacques Toubon, el Defensor de los derechos, el último verano. Más recientemente, el tribunal administrativo de Lille incluso ha condenado al Estado a proceder con urgencia en mejoramientos, decisión confirmada por el Consejo de Estado.
Por ello, tampoco es cuestión de garantizar la evacuación anunciada, no sólo porque es inhumana, sino también porque no resolverá nada. Echar a los habitantes de una gran parte de la barriada, hacer pasar por allí topadoras y destruir todo lo que, en la precariedad y con lo que tenían, ha sido construido en el curso de los meses: ¿de qué sirve?
Los migrantes que se encuentran en la región Calaisis quieren a menudo reunirse con sus allegados en Gran Bretaña. Otros estarían en derecho de pedir el asilo en Francia pero no siempre lo saben, o bien desconfían de la acogida que sería reservada para ellos. Otros todavía esperan una respuesta a su solicitud. Entre ellos, hay muchos niños…Ahora bien, para muchas categorías de migrantes, existen soluciones inscritas en los textos, con dispositivos, actores, fondos asignados a este propósito. Habrían podido ya ser implementadas desde hace mucho tiempo.
En lugar de dedicarse allí, los poderes públicos han preferido proceder a “desmantelamientos” sucesivos. En 2015, también han forzado a los migrantes desalojados a instalarse en una zona “acondicionada” para ellos. En resumen, ya han deshecho lo que se hacía, forzando a los que echaban a vivir en una precariedad aún más grande.
A día de hoy, la parte principal de la barriada del Estado de Calais está constituida de tiendas y refugios sumarios, construidas por los refugiados con voluntarios de diferentes asociaciones. Dentro de esos pocos kilómetros cuadrados nacieron poco a poco cafeterías o restaurantes improvisados, minúsculos almacenes, lugares de culto de diferentes religiones, pequeñas escuelas, un teatro bajo una carpa, una cabaña de asistencia jurídica, varios lugares destinados a cuidados, etc. Tantos espacios de vida social, compartidos por los refugiados de diferentes nacionalidades presentes en la barriada.
¿Qué es lo que justifica arrasar todo eso? El ministro quiere convencer que es por el bien de los ocupantes. En realidad, es una política de disuasión: hacer la vida insoportable a los refugiados. A aquellos a los que ayer han instalado en esta zona, los poderes públicos instan desde hace semanas a ocupar los contenedores – clase de Algecos (casetas de obras) – o sino de ser dispersados lejos de Calais, en CAO (centros de acogida y orientación), bautizados “lugares de tregua”.
Ahora bien esta es una alternativa imposible. El ministro presume de los méritos de los contenedores, que bajo su pluma parecen unos bungalows para veraneantes. El hecho es que se tratan de casetas de obras con, dentro de cada una, camas superpuestas para doce personas, donde sólo se puede estar de pie o acostado; toda instalación de muebles allí dentro está prohibida, toda intimidad imposible…
Con respecto a los CAO, el ministro se felicita por lo que les permitirían a los migrantes, gracias a “un acompañamiento asociativo y de calidad” y a “un seguimiento particular” de las personas, presentar solicitudes de asilo en buenas condiciones, lo que no era el caso en la barriada. “En el último censo”, escribe, “80% de los migrantes aún presentes en los CAO fueron comprometidos en una tramitación de asilo”… Olvida hablar de aquellos que, puestos en hotel, son privados de todo acompañamiento y corren el riesgo de una próxima expulsión del territorio. Olvida también precisar que los CAO han sido creados como soluciones a muy corto plazo; después de su cierre, ¿Qué sucederá con las personas que habrán sido enviadas allí?
Contenedores, CAO; expulsión, dispersión; estas respuestas sólo agravarán la suerte de los migrantes sin arreglar por otra parte el problema al cual está confrontada la región de Calaisis, no más que en su tiempo el cierre del campo de Sangatte. Y dentro de un año, nos volverán a jugar la misma escena. Porque esto es ante todo la inacción de los poderes públicos, pero también su acción que, creando condiciones de vida imposibles, vuelve la situación incontrolable. El Estado quiere hacernos creer que se pone a favor de los habitantes contra los refugiados; en realidad, pone a los primeros contra los segundos abandonando a los unos y a los otros.
Hay que dejar de desalojar de la jungla en la barriada toda la miseria del mundo, persecución que sólo exaspera el resentimiento de los “vecinos”. No, la desgracia de los migrantes no será la felicidad de los franceses, no más en Calais que en otro lugar, En realidad, dejar que se degrade la situación es más penosa para las poblaciones de la región Calaisis, y más costosa para los poderes públicos, que emplearse en mejorarla. La humanidad más elemental nos prohíbe estas destrucciones repetidas veces, pero nuestro interés bien comprendido también.
¿Este país se puede satisfacer de convertirse en el campeón de la no acogida, aun cuando los refugiados aquí son menos numerosos que en otro lugar? Lo que otros países ya hacen, Francia debe poder hacerlo. Gran Bretaña, que lleva una pesada responsabilidad en esta situación, también debe rever su posición en esta frontera. Hay que acabar con la improvisación perpetua; es tiempo de pensar en la duración. Y si el Estado no hace su trabajo, iremos nosotros mismos a trabajar allí – con las asociaciones en el terreno, con los habitantes de Calaisis y con los refugiados.
Los próximos días, iremos a Calais para clamarle alto y fuerte: no estamos condenados a elegir entre la “jungla” y su destrucción. Nos negamos a reducir Francia a alambrados y topadoras. Tendremos una conferencia de prensa. Queremos hacer oír otro discurso diferente que el de los poderes públicos que ocupan los medios de comunicación. ¿Destruir ha dicho la prefecta? Con, sin o contra el Estado si es necesario, hará falta sin embargo construir bien un futuro.
Una vez más, nosotros, organizaciones firmantes y personas solidarias, demandamos:
– que sea anulada la orden de expulsión tomada el 19 de febrero;
– con urgencia: una atención individual respetuosa de los derechos fundamentales de las personas presentes actualmente en Calais;
– una discusión del reglamento Dublin III y de los acuerdos de Touquet;
– en términos más generales, que Francia se comprometa por fin, en particular haciendo promoción de este eje en el seno de la Unión Europea, para una verdadera política de acogida de personas migrantes.
20 de febrero de 2016
Primeras organizaciones y personalidades firmantes:
- Personalidades :
Éric Fassin
Camille Louis
Étienne Tassin - Organizaciones :
Auberge des migrants (Calais)
Emmaüs France
Gisti
Ligue des droits de l’Homme (LDH)
Réseau Éducation sans frontières (RESF)
Le Réveil voyageur (Calais)
Emaús Europa