Nuestras acciones
Lucha contra el esclavismo moderno: ¡por fin una victoria!
En los grupos Emaús, no nos es ajeno el camino del exilio emprendido por compañeros/as que vienen de lejos y que han sufrido todo tipo de violencias y explotaciones durante las diferentes etapas de su viaje. A veces, estos caminos se dan dentro del continente europeo, sobre todo en el caso de los/as jóvenes rumanos/as que acabaron internados durante su infancia y a quienes ahora acoge Satu Mare. Esta es la historia de Mariana, que nos cuenta aquí Jean-Philippe, presidente de Emaús Satu Mare.
Junio de 2009, Satu Mare. Mariana pronto acabará la formación profesional. Tiene 19 años, desde su infancia vive en un orfanato con su hermana gemela, Tunde. Tunde tiene que repetir una asignatura, por lo que puede quedarse otro año en el hogar para niños. Sin embargo, en el caso de Mariana, el final de sus estudios significa que ya no se harán cargo de ella. Por eso, una educadora le presenta a «doamna Irina» («la señora Irina»), también rumana, que le propone marcharse con ella a trabajar a Italia. Ganará dinero y se quedará con una familia hasta que haya ahorrado lo suficiente como para independizarse. ¿Trabajo, dinero, familia? Todo lo que Mariana nunca ha tenido. Acepta de buen grado.
Agosto de 2009, Roma. Tras llegar a Italia, Mariana se desilusiona rápidamente. «Doamna Irina» le quitó el pasaporte en cuanto salieron de Rumanía. En lo que respecta a la vida en familia, se reduce a comer y lavarse en el balcón con otras dos chicas, también huérfanas de Satu Mare. Trabaja duro; todos los días desde las 4 de la mañana hasta bien entrada la tarde, haciendo tareas en residencias, farmacias, oficinas notariales, que parecen no darse cuenta de lo precaria que es su situación. Sin fines de semana, sin domingos ni días festivos. Le pagan a diario con insultos (zíngara, negra, mugrienta). Y amenazada con que acabará en la calle si da el más mínimo paso en falso.
Finales de 2012, Satu Mare. Tunde, la hermana gemela de Mariana ha ido deambulando por aquí y por allá, hasta que finalmente llega a Emaús. Un día nos cuenta la historia de su hermana, de la que no ha tenido apenas noticias. Preguntamos a los servicios sociales que, entre dientes, nos dan una respuesta tranquilizadora. Así que le decimos a Tunde: «Mariana debe ir a la policía si es víctima de un delito». Diez años después, hemos de reconocer que era más fácil de decir que de hacer… Y que en lo que respecta al acceso a los derechos, la teoría no es una garantía de la práctica, pero eso no es motivo para rendirse.
Octubre de 2013. Tunde acaba de recibir una llamada de Mariana, invitándola a ir a verla a Roma «de vacaciones». Por supuesto, esto nos preocupa, pero Tunde, que no ve a su hermana desde hace 4 años, está más que decidida a subirse al próximo autobús a Roma. Así que al final decidimos acompañarla. Nos presentamos en la dirección indicada, nos encontramos a la madama Irina en el bar que regenta y que nos dice cargada de cinismo que «es muy complicado lograr que los/as jóvenes que salen del orfanato trabajen como es debido, pero por suerte no es necesario pagarles». Al día siguiente, volvemos para buscar a Tunde que ha pasado las últimas 24 horas con su hermana y la familia de Irina. Mariana quiere marcharse con nosotros, pero Irina se lo impide haciendo uso del chantaje emocional y de amenazas para nada veladas. Nos marchamos abatidos, no sin antes prometerle a Mariana que encontraremos una solución.
Entonces, nos dirigimos a la Agencia rumana de lucha contra la trata de personas que, por desgracia, no tiene competencia fuera del territorio nacional. Traslada nuestra denuncia a la embajada de Rumanía en Italia, que se declara a su vez incompetente y envía el caso a la policía italiana que ni siquiera reacciona.
Enero de 2014. Mariana nos llama con el teléfono de un guarda de un edificio en el que trabaja y nos pide que vayamos a buscarla. Volvemos a Roma, nos presentamos de nuevo en el bar regentado por la familia y nos encontramos con el hijo de Irina que de inmediato empieza a atacarnos. Cada vez más preocupados por Mariana, nos dirigimos a Emaús Roma, donde Isabela se pone en contacto con una abogada especializada en ayuda a migrantes, Laura Barbeiro. Con su ayuda, redactamos una denuncia y la presentamos en la policía, que nos promete ponerse manos a la obra esa misma tarde. Al día siguiente, ¡giro dramático de los acontecimientos! La policía nos comunica que Mariana está de camino a Rumanía, la familia de deshizo de ella para que no la descubrieran en su domicilio.
Comienza así un largo período de reconstrucción para Mariana que debe, en primer lugar, aprender lo que es su libertad. Después de 25 años, primero en un orfanato, luego en manos de «doamna Irina», Mariana siente que debe pedir permiso para todo, incluso para salir de casa. Le cuesta muchísimo escoger o tomar decisiones por sí misma. No obstante, poco a poco, va ocupando su lugar en la comunidad con la ayuda de su hermana y, pronto, de su marido.
Asimismo, Mariana decide denunciar y la comunidad se encarga de la parte civil, tanto en Rumanía como en Italia. En Rumanía, la denuncia se archiva por tercera vez, alegándose que Mariana debería haber sabido lo que le esperaba y tan solo dependía de ella el haber aceptado esta propuesta de «trabajo». Ahora bien, en Italia, a pesar de una investigación chapucera, el proceso acaba presentándose al Tribunal Penal en el que se acusa a «doamna Irina» de esclavismo. No menos de 15 días, uno al mes, en los que redactamos nuevos documentos y testimonios.
Finalmente, en septiembre de 2022, se dicta condena, confirmada por el Tribunal de Apelaciones en 2023 y luego por el Tribunal Supremo en mayo de 2024: 5 años y 4 meses de cárcel para «doamna Irina».
Se habrían necesitado más de 10 años de juicios para hacer justicia. Como dice Mariana, «hasta ahora, tenía que guardar en mi memoria hasta el más mínimo detalle de aquellos años para responder a los interrogatorios; a partir de ahora, puedo empezar a olvidar». Ya puede dedicar su energía a su hijo de 8 años, al que cría junto a su compañero.
Desde 2010, la asociación ha logrado traer a Rumanía a 6 jóvenes más en situación de explotación en España, Hungría, Países Bajos y República Checa. En todas esas ocasiones, hemos comprobado que los mecanismos institucionales son ineficaces a la hora de lograr su regreso al país. Solo el proceso emprendido por Mariana acabó en condena.
Novedades sobre Ucrania
Mientras vemos como ya han pasado más de 1 000 días desde que comenzara el conflicto a gran escala (24 de febrero de 2022), tenemos novedades sobre las acciones que lleva a cabo Emaús Oselya (Lviv). El grupo continúa implementando proyectos de ayuda para los/as más vulnerables gracias a su determinación y al apoyo de todos los grupos Emaús a través del Fondo Ucrania, gestionado por Emaús Europa.
Desde el comienzo del conflicto, Emaús Oselya ha estado junto a diversos públicos entre los que son más vulnerables: las personas sin hogar, cuyo número ha aumentado desde 2022 y la llegada de personas procedentes del este de Ucrania, personas desplazadas y familias que vienen de zonas de conflicto.
Todos los jueves, el grupo reparte comidas calientes (sopa, té, pan) a unas cien personas.
El número de personas que van cada día al centro de apoyo social no deja de aumentar. Allí encuentran un lugar en el que recuperarse, darse una ducha, hablar con un/a psicólogo/a de la asociación o un/a médico/a, cortarse el pelo o encontrar prendas de abrigo para el invierno. Este centro, que es único en Ucrania y que recibió una financiación de 285 000 € de Emaús Europa gracias al Fondo Ucrania durante su construcción en 2022, se ha convertido en una referencia alabada por los poderes públicos. Algunos/as médicos/as vienen desde Kyiv para dar su apoyo de forma gratuita.
Todas las semanas, unas veinte familias participan en talleres organizados por los/as psicólogos/as de la asociación, con el objetivo de luchar contra los traumas producidos por el conflicto.
Además, la asociación sigue haciendo hueco para acoger a compañeras y compañeros que se han visto obligados/as a huir de las zonas de conflicto: eran 15 en 2020, 30 en 2022 y ahora 36 se alojan en la comunidad.
El apoyo continuo e incansable de Emaús Europa y de los grupos europeos
Todos los meses, el Fondo Ucrania (que gestiona Emaús Europa y alimentan los grupos Emaús) financia el reparto de comidas calientes y una gran parte de los gastos de funcionamiento del centro social
(4 000 €/mes, es decir, unos 50 000 €/año).
A esto se añade la financiación de proyectos a más largo plazo, para así dar pie al desarrollo de sus actividades económicas o a poder encargarse mejor de las personas acompañadas.
En octubre de 2024, el Fondo Ucrania financió la renovación del taller de muebles, para que la asociación pudiera ampliar su actividad (16 000 €). Gracias a un donativo suplementario de 10 000 € de Emmaüs Longjumeau a través de Emaús Europa, la asociación pudo renovar y ampliar la tienda de segunda mano, así como mejorar el espacio del taller terapéutico para las familias (julio de 2024).
Próximos proyectos
La determinación de Oselya es infalible, a pesar de la incertidumbre ligada a la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y la complicada situación en el frente. En 2025, la asociación quiere renovar los apartamentos para poder alojar a 11 personas (se necesitan 20 000 € para la renovación), instalar paneles solares para reducir el consumo energético (unos 6 000 €) y poner en marcha un proyecto de comedor solidario, para reunir allí a la clientela habitual y personas beneficiarias para que puedan comer de forma gratuita.
¡Si sois un grupo Emaús y queréis participar en la financiación de estos proyectos, podéis contactar con Emmanuel! Las necesidades financieras siempre están ahí y sobrepasarán la capacidad del Fondo Ucrania, que cuenta actualmente con 185 000 €.
El apoyo que han brindado todos los grupos Emaús a Ucrania es uno de los regalos más valiosos del grupo de Oselya. Este apoyo va de la mano con su determinación y aún se siente después de casi tres años especialmente complicados. Muchísimas gracias por su confianza.
Comisión Europea 2024-2029: austeridad y competitividad
Ya conocemos la lista de comisarios/as europeos/as propuestos/as para el mandato de 2024-2029. Sin que sea una sorpresa para nadie, la Comisión Europa toma una deriva preocupante para el futuro de nuestras actividades y valores. Es ahora el turno del Parlamento Europeo de probar a todas y cada una de estas personas, con el objetivo de validar o no su nombramiento como comisarios/as europeos/as.
Es especialmente preocupante la gran presencia de las fuerzas conservadoras y de la derecha, puesto que, a escala europea, a menudo estos partidos se oponen a nuestra causa y comparten pocos de nuestros valores. Esto plantea una serie de inquietudes en cuanto a su capacidad a la hora de defender los derechos sociales, la igualdad y la justicia climática, desafíos que deberían ser el centro mismo de las preocupaciones europeas. Entre los/as 27 comisarios/as propuestos/as (uno/a por cada Estado miembro), 12 provienen de partidos conservadores, 5 de partidos liberales y 1 de un partido de extrema derecha. Además, 5 son independientes, aunque en realidad son más afines a partidos de derecha y de extrema derecha. Tan solo 5 comisarios/as pertenecen a partidos demócratas.
En el fondo, también nos preocupa la desaparición del título de comisario de asuntos sociales y de empleo, así como el nombramiento de tres comisarios/as diferentes a cargo de las políticas migratorias, con un predominio de términos como «prosperidad», «competitividad» y «seguridad». En las cartas dirigidas a los comisarios para definir sus misiones, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, defiende abiertamente una visión de Europa basada en la competitividad, el crecimiento económico y la seguridad. En Emaús, esta elección nos pone en alerta porque promueve una Europa de fronteras cada vez más cerradas y un modelo económico que da prioridad a las grandes empresas, dejando así a un lado los desafíos sociales, los derechos humanos y los imperativos ecológicos.
En cualquier caso, hay que destacar algunos aspectos positivos. La creación de un puesto de comisario dedicado a la economía circular, siendo una de sus tareas trabajar en la elaboración de una ley sobre esta. Por otro lado, la creación de un puesto de comisario sobre «energía y vivienda» tiene ahora como parte integral de sus misiones europeas las cuestiones ligadas al acceso a la vivienda. Por último, se ha anunciado la implementación de una estrategia antipobreza, en la que trataremos de tomar partido junto a nuestros socios, a pesar del contexto político poco favorable para la reducción de las causas de la miseria.
Emaús Campüs: ¡La juventud en el centro de la acción!
La juventud europea se ve cada vez más afectada por la precariedad y el movimiento Emaús busca medios para responder a dichas necesidades. Asimismo, la idea es darle una vuelta a nuestras prácticas para que así los/as jóvenes militantes participen a nuestro lado. En París, el grupo Emaús Défi trata de responder a este doble desafío por medio de la creación de Emaús Campüs, ¡un campamento joven e inspirador! Nos encontramos con Médéric, el director:
¿Podrías explicarnos cómo se le ocurrió a Emaús Défi la idea de crear Campüs?
En 2020, Emaús Défi constató tres hechos:
- Estábamos al tope de nuestra capacidad de acogida en nuestros actuales locales, con 150 empleados/as en inserción… y aun así, como es el caso para el resto de los grupos Emaús, muchísimas personas continúan llamando a nuestra puerta sin que tengamos la opción de acogerles.
- La precariedad entre los/as jóvenes se ha duplicado en los últimos 20 años y se agravó más si cabe tras la crisis de la Covid y el movimiento solo podía responder de forma parcial a esta problemática.
- La juventud tiene cada vez más ganas de participar, pero no hemos adaptado nuestras modalidades de acogida y voluntariado para este público joven.
A través de la creación de Emaús Campüs, Emaús Défi ha querido crear un dispositivo que responda a dichas problemáticas.
¿Cómo funciona exactamente?
La actividad de Emaús Campüs es «clásica» para un grupo Emaús: somos un campamento de inserción que acompaña a personas que se encuentran en una situación de extrema precariedad hacia una actividad de reempleo solidaria: recogida, clasificación y venta de objetos de segunda mano. En esencia, hemos tratado de darle una dimensión joven a todos los componentes de nuestra actividad:
- Acogemos a una parte más importante de jóvenes entre nuestros/as empleados/as, con el objetivo de tener ¾ de menos de 30 años.
- Instalamos tiendas cerca de las universidades o los lugares donde se reúna la juventud, como pueden ser el campus de la facultad Sorbonne Nouvelle o el Forum des Halles.
- Organizamos con frecuencia ventas efímeras en los campus y universidades.
- Proponemos ventas especiales y descuentos en nuestras tiendas para que la juventud pueda abastecerse a buen precio (-30% para los/as menores de 30 años).
- Llevamos a cabo repartos solidarios de ropa para los/as estudiantes en situación de precariedad.
- Acogemos a numerosos/as becarios/as y presentamos el Pass Campüs: un dispositivo de voluntariado adaptado a los/as jóvenes.
- De aquí a finales de año, presentaremos inser-jóvenes: un equipo móvil que acoja al 100 % de los/as empleados/as en inserción de menos de 30 años, que podrán beneficiarse de un acompañamiento adaptado y que llevará a cabo acciones de recogida, venta, sensibilización y distribución entre el estudiantado.
¿Qué consejos le darías a otros grupos de Europa a los que le gustaría crear una actividad como esta?
¡Lanzaos! Al fin y al cabo, el punto de partida es bastante simple: basta con adaptar vuestras actividades actuales a un público específico, que tiene necesidades y limitaciones concretas. Empezad por escucharlos: ¿Qué necesitan y quieren? ¿Qué falta en la actual actividad de vuestro grupo si eres un/a voluntario/a o beneficiario/a potencial?
Puede parecer obvio, pero el desafío de la acogida de la juventud en nuestros grupos es absolutamente vital para el futuro de nuestro movimiento, además de una enorme fuente de creatividad y de energía que debemos aprovechar.
Podríamos y deberíamos imaginar numerosas variantes de grupos Emaús, adaptadas a públicos concretos, que tengan como objetivo a las personas más frágiles y a aquellas a cuyas necesidades no respondemos lo suficiente: Emaús Senior, Emaús familias monoparentales, Emaús discapacidad, etc. Esto nos ayudaría a ser más inclusivos y acoger de verdad a todo el mundo.