Emaús Europa

Nuestras acciones

Nuevo Pacto sobre migración y asilo

El 10 de abril, el Parlamento Europeo vota el nuevo Pacto sobre migración y asilo.

Dicho pacto contiene ocho textos, todos con miras a reforzar las fronteras exteriores y a violar la libertad de circulación y residencia.

Normalización de la práctica de deportación

En concreto, estas leyes permitirán deportar, directamente en la frontera, a las personas que no soliciten asilo. A las personas exiliadas se les impedirá presentar sus solicitudes en los países a los que deseen ir y donde podrían rehacer de forma más sencilla su vida, ya sea porque hablan el idioma o porque tienen contactos allí.

Cierre generalizado de fronteras

Aquellas personas que soliciten asilo quedarán encerradas en «centros de clasificación», fuera del territorio o en la propia frontera, a la espera de que se estudie su documentación. Estas clasificaciones, en esencia, se basarán en el criterio de nacionalidad de la persona solicitante, sin tener realmente en cuenta su situación concreta. Durante hasta 12 semanas, a estas personas se les privará de su libertad en estos centros de detención.

Ninguna solidaridad auténtica y externalización de las fronteras

Los países miembros de la Unión Europea (UE) podrán elegir no acoger a una persona solicitante de asilo, pudiendo escoger entre otras muchas alternativas: pagar 20 000 €, aportar recursos humanos para «proteger» las fronteras de la UE (véase enviar guardias fronterizos nacionales a los centros de clasificación europeos) o implementar políticas nacionales para externalizar las fronteras (por ejemplo, llegar a acuerdos bilaterales para expulsar a estas personas a países que, a menudo, violan sus derechos).

«Instrumentalización», otro concepto más para derogar el derecho de asilo

Este pacto presenta un nuevo concepto: la «instrumentalización» de las migraciones. Por consiguiente, si la UE considera que un país no miembro trata de ejercer presión enviando a un gran número de personas exiliadas a sus fronteras, puede decidir suspender por completo el examen de las solicitudes de asilo.

Identificación y toma de las huellas a la fuerza, a partir de los seis años

El sistema Eurodac (base de datos europea que registra las huellas de los/as exiliados/as para identificarlos/as) contará a partir de ahora con un registro (huelleas dactilares y faciales) de los/as extranjeros/as, incluyendo a los menores a partir de 6 años en esta imposición.

Un leve progreso para el trabajo de los/as solicitantes de asilo

Finalmente, una directiva sobre las condiciones de acogida muestra un progreso marginal, dando a los/as demandantes de asilo la posibilidad de trabajar después de 6 meses en el país, en lugar de los 9 actuales. Asimismo, se han mejorado algunas garantías sobre las condiciones de la acogida… Pero tenemos la otra cara de la moneda: la generalización y ampliación de las apelaciones para la asignación de residencia.

ACTUEMOS JUNTOS/AS

¡Emaús Europa se opone firmemente a este texto! Os animamos a movilizaros publicando también vosotros/as en vuestras redes sociales mensajes de oposición a este pacto, acompañados del hashtag #NotThisPact. No olvidéis etiquetar a @emmauseurope para que podamos difundir vuestros mensajes.

© Emaús Åland

Reducir nuestro impacto ecológico: la experiencia de Emaús Åland

Emaús Åland ha confeccionado un diagnóstico para medir y reducir su impacto ecológico. Martha Hannus, coordinadora de desarrollo sostenible, nos habla de este proyecto.

¿Podría explicarnos en qué consiste este diagnóstico ecológico?

La evaluación del impacto ecológico se inspira en los principios de la ONG GRI (Global Reporting Index), que fijó una serie de normas con el fin de declarar las emisiones de carbono. Analizamos nuestras fuentes de emisiones, identificamos los medios para medirlas y diseñamos un plan de reducción. La evaluación incluye la electricidad y la calefacción, nuestros trasnportes a nivel local e internacional, así como los desplazamientos. Hemos incluido un seguimiento que habrá que hacer cada año en nuestro informe anual.

¿Cuándo y por qué empezó a trabajar en este proyecto?

Pusimos en marcha este proyecto porque creemos que, a pesar de que algunas de nuestras actividades como la segunda mano o la jardinería hacen que nuestra sociedad sea más sostenible, si queremos ser creíbles, también debemos declarar el impacto que tenemos sobre el mundo que nos rodea al realizar nuestras actividades. Para nosotros, es un medio para actuar de forma solidaria con el resto del planeta y con las futuras generaciones. Si exigimos cambios en el mundo, debemos tener ese mismo espíritu crítico con nuestras operaciones y las actividades económicas que escojamos. Decidimos que era más eficaz, a la par que rentable, en el plano medioambiental, vender más bienes a nivel local, pero actuar de manera más solidaria por medio de un apoyo económico a otros grupos, para así ayudarles a desarrollar sus actividades.

Empezamos en 2018 con un análisis de pertinencia, seguido de una estrategia adoptada por el consejo de administración. A partir de 2019, desarrollamos y afinamos nuestras herramientas para medir las emisiones. Nuestro objetivo es conseguir la neutralidad en carbono de aquí a 2030.

¿Qué resultados habéis constatado?

Hemos sido capaces de reducir nuestras emisiones de forma significativa, sobre todo al cambiarnos a un proveedor de electricidad verde y al supervisar nuestros transportes. Asimismo, sabemos qué hacer para continuar con nuestro impulso: nuestros desplazamientos deben tener una huella de carbono neutra. Para 2024, hemos asignado una partida presupuestaria especial para los desplazamientos, que no se refleja en dinero, sino en el impacto medioambiental que estamos dispuestos a respetar.

Desde hace unos años, también medimos la cantidad de bienes que recibimos y los desechos que producimos. A este respecto, algunas semanas pesamos los bienes donados y calculamos el número total para todo el año. En el caso de los desechos, la empresa de gestión de residuos nos envías las cifras tras haberlos pesado.

En 2022, recibimos unos 450 000 kg de bienes donados. A nivel local, pudimos vender un 62 %, mientras que el 21 % se envió en contenedores a otros grupos Emaús. La empresa de gestión de residuos recuperó un 8 % de los bienes donados y un 9 % se quemó para producir energía. Los desechos inertes tan solo representaban una cantidad ínfima. Podemos reutilizar la mayoría de los bolsos, muebles y ropa de cama, aunque los aparatos electrónicos, los libros y el material multimedia representan la mayor parte de los desechos. En nuestros contenedores, el 53 % de los bienes corresponde a ropa. De los aparatos electrónicos, solo puede reutilizarse el 50 %, puesto que no tenemos la cualificación necesaria para repararlos. Aún no hemos dado con una solución, pero quizás podamos hacerlo en el futuro. Estas cifras nos ayudan a comunicarnos con nuestra clientela y donantes. También son muy útiles para nuestras actividades de presión.

¿Qué les diría a los grupos que están pensando en seguir este proceso?

Al medir vuestras emisiones, sabréis más de vuestras actividades y podréis identificar más fácilmente las acciones más sencillas para reducir vuestro impacto. No tengáis miedo; ¡no es tan difícil como parece! Debemos actuar para provocar el cambio, estando sobre todo en primera línea, con el fin de asumir la responsabilidad de nuestras emisiones. Debemos actuar con la misma transparencia que le exigimos a los demás.

Carta abierta: liberar el papel de la economía social en aras de una transición verde justa

Más de 80 redes internacionales, ONG y organizaciones nacionales procedentes de 18 países europeos han unido sus voces en una carta abierta.

Centrándose en la cuestión urgente de los residuos textiles, RREUSE y los cosignatarios, incluido Emaús Europa, piden a los dirigentes políticos que liberen el potencial de la economía social, en la revisión que se está haciendo de la directiva marco, con el fin de que la transición verde sea una transición justa.

Para unificar las reglas del juego y darle a la economía social la oportunidad de estar a la altura de su potencial, los cosignatarios instan de forma conjunta a los dirigentes políticos de la Unión Europea a:

  • Mantener todas las medidas positivas ligadas al papel de las empresas sociales en cuanto a la recogida y gestión de textiles usados y de los residuos que la Comisión Europea ha incluido en su propuesta de revisión;
  • Otorgar poder de decisión a las empresas sociales, en colaboración con los municipios, en cuanto a la gobernanza de los sistemas de responsabilidad ampliada del productor;
  • Exigir que las tasas de responsabilidad ampliada del productor cubran todos los costes asociados a las actividades de reutilización y de preparación para esta, que llevan a cabo las empresas sociales, incluida la gestión de desechos residuales;
  • Velar por que las empresas sociales sigan siendo propietarias de los textiles usados y de los residuos que recogen.

Descargar la carta (en Francés)

Natalia Sanotska y Grigory Semenchuk en la Asamblea General de Emaús Europa 2023. © Emaús Oselya

Emaús Oselya: Dos años de guerra, ¡dos años de resistencia!

La invasión a gran escala perpetrada por Rusia en Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022. Lo que significa que hace dos años que el grupo Emaús Oselya resiste cada día en Lviv gracias a sus armas: la solidaridad, la cooperación y la acogida incondicional de las personas vulnerables, además de contar con ideas e iniciativas para ayudar en todo momento a las personas que más sufren. Hemos entrevistado a Natalia Sanotska, directora de Oselya, y a Grigory Semenchuk, delegado nacional de Ucrania. Esta entrevista versa sobre la política interior, el contexto local de Lviv y el día a día de un grupo Emaús en un país en guerra.

 ¿Podríais hacer balance de la situación política y de la movilización?

Grigory: Las elecciones presidenciales y parlamentarias, que tendrían que haberse celebrado en 2024, se han retrasado sine die debido a la guerra (mandatos de 5 años, últimas elecciones en 2019). Los/as ucranianos/as que viven en los territorios ocupados no podrían votar, no se podría hacer campaña, ni asegurar la seguridad de los electores. Además, la constitución prohíbe que se celebren elecciones mientras el país esté en guerra.

El Parlamento prepara una nueva ley de movilización. Se debate desde hace 2 meses y serviría, sobre todo, para definir de forma más certera las condiciones de la movilización a la hora de reemplazar a las personas en el frente: duración, personas afectadas, edad de movilización (que pasaría de 27 a un mínimo de 25 años), etc.

Natalia: A pesar de que hay voluntarios para ir al frente, la gran mayoría entiende que esta medida es necesaria para no sucumbir a la ocupación.

¿Cuál es la situación en Lviv? ¿Ha evolucionado el perfil de las personas que acoge Oselya desde que comenzó el conflicto?

Grigory: En general, la situación se ha estabilizado. Siguen llegando algunas personas a Lviv, huyendo de los combates, pero estos flujos son menos numerosos que en 2022. Las víctimas prefieren refugiarse cerca de sus hogares en Kharkiv, Dnipropetrovsk.

Natalia: Sin embargo, las ciudades como Kiev, Lviv o la parte occidental de Ucrania no se libran de los bombardeos; los últimos en Lviv fueron a principios de enero. La situación sigue siendo muy complicada. Sin ir más lejos, la semana pasada (mediados de enero, N. de la R.) Kharkiv fue bombardeada todos los días, lo que obliga a la población a huir hacia el Oeste.

Grigory: Al comienzo de la guerra, se construyeron numerosos alojamientos de emergencia para acoger a todo el mundo. Estos refugios temporales se cerraron a toda prisa, lo que forzó a la gente a buscar un alojamiento y volver al trabajo lo antes posible.

Natalia: Esto dio pie a una fuerte tensión en el mercado local y a un enorme aumento del precio de los alquileres. Surge así un nuevo estatus de «trabajadores pobres»: personas con pocos ingresos y que no pueden pagar ni el alquiler ni las facturas. La guerra ha llevado a la precariedad a una gran parte de la sociedad. Muchísimas personas desplazadas duermen ahora en cabañas, sin electricidad ni agua corriente o en barracones de plástico, en Lviv o en los alrededores…

A estas personas también se les acoge en el nuevo centro social y durante el reparto de alimento para personas sin hogar o desplazadas internas. Oselya y la sociedad civil hacen el trabajo de las instituciones sociales gubernamentales, tratando de buscar soluciones mientras el Estado centra sus esfuerzos, esencialmente, en la guerra.

Actualmente se habla bastante de salud mental. ¿Cómo se está gestionando, teniendo en cuenta que los traumas ligados al conflicto afectan a toda la población?

Natalia: En Oselya contamos con un psicólogo que trabaja en la comunidad con los compañeros. La Orden de Malta, con quien colaboramos, se hace también cargo del salario de un psicólogo y de un trabajador social, quienes, una vez a la semana, están a disposición de las personas que frecuentan el centro social.

Grigory: La situación actual es muy complicada para todo el mundo: estrés, cansancio físico y mental, noches en vela… Ya existían algunos programas estatales sobre salud mental, pero las clínicas psiquiátricas están hasta la bandera y se excluye a las personas más vulnerables. Es difícil conseguir medicamentos, incluso con receta.

Natalia: Asimismo, estamos en contacto con nuestros compañeros en el frente. Siempre que tienen un permiso, vuelven a la comunidad. La vuelta supone todo un reto ya que vuelven con experiencias traumáticas que pueden desembocar en comportamientos agresivos, alcoholismo… ¿Cómo podemos ayudarles, trabajar con ellos, sentir que aún podemos serles de ayuda? Somos su familia y entendemos por lo que están pasando. No obstante, tenemos nuestras propias normas y no podemos poner en riesgo el equilibrio de la comunidad. Estamos trabajando en ello en este momento.

Oselya está desarrollando nuevos proyectos gracias al apoyo de Emaús Europa y los fondos que han recaudado los grupos Emaús para el fondo Ucrania. ¿Podríais contarnos más?

Natalia: Tratamos de vivir como ante de la invasión: trabajamos, organizamos la solidaridad… No obstante, la guerra ha tenido un impacto enorme en la vida de nuestra comunidad. El nuevo centro social, que se construyó en cinco meses gracias al fondo Ucrania, es ahora más necesario que nunca: no solo responde a las necesidades más urgente (higiene, comedor social, reparto de ropa de abrigo…), sino también a la necesidad del vínculo social, con la cultura o la autoestima, igual de importante. Por ejemplo, proponemos un servicio de peluquería, barbería o de proyecciones de películas.

En la comunidad también hemos comenzado con la renovación del taller para construir ahí habitaciones, gracias al apoyo de la Fundación Abbé Pierre y del Fondo Ucrania (el grupo acoge a 30 compañeros para 15 plazas disponibles, desde antes del comienzo del conflicto, N. de la. R.). Y sabemos que estas obras son imprescindibles: los/as compañeros/as llevan mejor el estrés de la guerra, tienen más intimidad; en definitiva, ¡viven mejor!

¿Cuáles son los próximos grandes desafíos de Oselya?

Natalia: Ya hemos hablado del importante aumento de los precios de la vivienda y los terrenos. Esto también tiene un impacto en nuestra tienda: el propietario quería duplicar el precio del alquiler, por lo que tuvimos que mudarnos. Esta situación ha dado lugar a muchísimo estrés y a largas búsquedas que nos han llevado a una tienda más pequeña, más cara, pero más abordable para nosotros. Estamos satisfechos puesto que se encuentra situada en el centro histórico de Vinniky, lo que significará la llegada de nuevos clientes, pero sin perder a los antiguos. No está mal. Sin embargo, esto nos obliga a vender nuestros muebles con fotos porque no tenemos suficiente espacio, lo que tiene un impacto directo en la actividad económica del grupo (gasolina, tiempo en el transporte…).

Para 2024, queremos poner en marcha un nuevo proyecto y renovar una casa abandonada que se encuentra junto al nuevo centro social, para crear un «restaurante social»; un lugar donde todo el mundo pueda venir a comer y a relacionarse con los demás. Este proyecto está aún en fase inicial, ¡pero todo marcha muy deprisa!